viernes, 25 de marzo de 2016

CAPITULO XXII



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CAPITULO XXII

Pasaron los meses y Battista ascendió al trono de san Pedro portando el nombre de Inocencio VIII y tal y como había prometido, instauro una bula papal por la cual sostenía que la mera creencia en las brujas era una herejía.
Los inquisidores de la Iglesia seguían los dictados del Malleus Maleficarum y Leonardo se libró de ser torturado y  quemado  simplemente por estar bajo el amparo del Vaticano.

Su existencia se limitaba a trabajar, a fumar la flor del opio y a dormir.

No había vuelto a tener contacto íntimo con Girolamo desde que él lo dejara para contraer nupcias con Catalina, y aunque muy de vez en cuando accedía a compartir unas copas o una comida con la pareja, jamás se explayaba más de 5 frases con ninguno de ellos.

Todos los días al anochecer, podía observar como Girolamo y la señora de Imola se retiraban a sus aposentos para seguidamente escuchar los jadeos ahogados que procedían de la habitación cuando la pareja hacia el amor.

Leonardo encontraba un vicio perverso en escucharlos detrás de la puerta y aunque se sentía morir, imaginaba que era el quien recibía las atenciones del conde, y con esa enfermiza obsesión, iba soportando vivir un día tras otro.

CAPITULO XXI



CAPITULO XXI


Girolamo regreso a Sant Angelo dos días después de su partida, acompañado de la joven Catalina.

Leonardo salió a recibirlos, sucio y desaliñado, lleno de manchas de procedencia indefinida y evidentemente bajo los efectos del opio y del vino y aunque la sonrisa no se reflejaba en sus a ojos, se esforzó para sonreír a los recién llegados.


-Señorita Sforza, Conde Riario... Como ya deben saber soy el maestro Leonardo Di Sir Piero Da Vinci. Sean bienvenidos. He sido contratado para realizar unos encargos para la santa Iglesia a petición del cardenal Battista, que como ya saben, se postula como favorito para ser ungido en el trono de San Pedro.



Sus ojos estaban fijos en los de Girolamo y aunque sentía su corazón latiendo desbocado, se esforzó por mantener la compostura.

CAPITULO XX



CAPITULO XX
Poco antes del alba, el Conde se levantó y tras limpiar todos los restos de su amor en el cuerpo del artista, lo arropo en la cama y corto un mechón del precioso pelo castaño de su amante, se fue sin mirar atrás, sabiendo que reunirse en Milán con Catalina no era más que una sentencia de muerte en vida, porque no podía entregarle a la dama, lo que libremente le había dado a Leonardo.


Mientras se aseaba para su partida, levanto la vista hacia su reflejo y pudo observar como el Pecador de devolvía la mirada y por primera vez, pudo ver como su sufrimiento era también el de la némesis que habitaba dentro de su mente.

Una lágrima solitaria se deslizo por su mejilla y posando una mano en el espejo, intento atrapar la gota de agua salada que resbalaba por el rostro de su reflejo.


"Voy a matar a ese jodido bastardo, Girolamo.... Battista sufrirá tal agonía que querrá morir mil veces antes de que mi hoja sesgue su miserable vida para siempre"


sábado, 19 de marzo de 2016

CAPITULO XIX




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CAPITULO XIX

Leonardo se encontraba absorto dibujando compulsivamente el símbolo que había visto en la nota para Girolamo cuando oyó unos ligeros golpes en la puerta.


Al levantar la vista de su cuaderno  vio entrar al conde con expresión sombría  y dejo sus enseres de dibujo a un lado, levantándose del suelo para ir al encuentro de su amante.


-Girolamo... Has regresado pronto. ¿Quién te ha mandado llamar?

CAPITULO XVIII





CAPITULO XVIII
Poco antes de la media noche, Riario se dirigió hacia la parte más alta del castillo, seguido de cerca por cinco guardias.
Había sido un poco complicado disuadir a Da Vinci para que no lo acompañara, pero al final el artista había comprendido y acomodándose en el suelo, se dedicó a hacer bocetos de sus inventos, mientras esperaba el regreso de su amante.

Riario llego al apartamento Papal y apretó los dientes al ver que la antigua habitación de su padre había sido acondicionada para acoger al cardenal durante su estancia en Sant Ángelo.
La rabia bullía en sus venas, pero logro mantener la calma y cuando se adentró en la amplia estancia, pudo ver como Battista le esperaba, sentado cómodamente  leyendo un libro frente a la chimenea.

CAPITULO XVII




CAPITULO XVII

Leonardo se despertó un poco antes del anochecer y sonrió mirando a Girolamo, que dormía plácidamente enroscado a su lado.


Tras besar su hombro desnudo, giro en la cama para levantarse y al hacerlo una exclamación ahogada salió de sus labios.

Sentía todo el cuerpo dolorido y apretando los dientes, se dispuso a levantarse. Creía tener extracto de árnica en alguna parte, y con mucho cuidado se levantó de la cama intentando no despertar a Riario.

Todo iba a la perfección hasta que al ponerse en pie, un dolor relampagueante atravesó sus caderas y cayo despatarrado al suelo, con gran estropicio.

Girolamo abrió los ojos, y con expresión fiera, salto de la cama, dispuesto a enfrentarse a lo que fuera.

Una risa ahogada le llego desde abajo y miro confuso como Leonardo yacía en el suelo, completamente desnudo y doblado en dos, debido a un ataque de risa.

martes, 15 de marzo de 2016

CAPITULO XVI



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CAPITULO XVI

Leo se despertó confuso, sin saber muy bien donde estaba. Tenía el cuerpo entumecido y dolorido, y se froto la cara, intentando despejarse.

Miro por encima de su hombro hacia la cama, y vio que Riario seguía bajo los efectos del sedante.

Obligándose a moverse, se puso en pie, apartándose de la cara el pelo enmarañado que le caía en mechones desordenados sobre los ojos y desperezándose estiro sus doloridos músculos.

Vio que Nico había traído comida y todo lo necesario para curar el mal de Girolamo y sonriendo cogió un plato con fruta.

Se acercó a la cama, y con cuidado sacudió al conde.


- Girolamo... despierta.

CAPITULO XV





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CAPITULO XV

Riario sonrió y tirando del pelo de Leonardo se apoderó de sus labios, mordiéndolos con sus dientes y saqueando cada rincón de su boca con la suya.
El artista gimió ante el húmedo contacto y el monstruo aprovechó para chupar su lengua.

Leonardo se arqueo hacia adelante, posando sus manos en los hombros del conde y lo empujó hacia atrás, haciéndolo caer sobre las almohadas.

martes, 8 de marzo de 2016

CAPITULO XIV





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CAPITULO XIV

Cuando Leonardo  llegó a los pasillos de la planta baja, el cardenal Giovanni lo esperaba. Leo mal dijo entre dientes, mientras preparaba lo necesario para examinar el cuerpo.

- ¿Así que determinará la causa de la muerte? ¿Despedazando a ese pobre hombre? Sepa, Da Vinci que profanar cadáveres va en contra de los dictámenes de la Iglesia.

Battista se mostraba ufano y Leo apretó los dientes, a la vez que hacia crujir sus dedos.

CAPITULO XIII





CAPITULO XIII

-¿Leonardo? ¿Que...? Siento la cabeza como si fuera a...


Riario abrió los ojos en intento enfocar sus ojos en el bello rostro que tenía a escasos centímetros del suyo.

-Shhh... Calla, Girolamo, has recibido un fuerte golpe y quiero ver que tu pómulo no este roto.


Leonardo tanteo la herida con los dedos y suspiro aliviado al ver que sólo eran una contusión y corte sin apenas importancia.

Riario sentía que le iba a estallar la cabeza e intentó incorporarse.
Cuando sintió las ataduras sus ojos se abrieron con pánico.

- Oh... señor... No, otra vez no...

domingo, 6 de marzo de 2016

CAPITULO XII




CAPITULO XII

Zoroastro abrió los ojos ante los golpes insistentes de su puerta y miro a Nico, que dormía agotado a su lado en la cama.
Los sirvientes del conde les habían ofrecido habitaciones separadas pero después del asesinato del abad, habían preferido dormir todos juntos en la misma habitación. Sofía estaba de pie tras la puerta, sin atreverse a abrir y miro a Zo con miedo en los ojos.

- ¿Que? ¿Quieres que abra yo por si es el maníaco de Riario me mate a mi primero?

Sofía sonrió, y Zo negó con la cabeza a la vez que se levantaba.

- Igualita que tú hermano... No podéis negar que sois familia...

CAPITULO XI



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Horas más tarde, Leonardo se despertó ahogándose en el más absoluto de los placeres al sentir las succiones de una boca cálida en su sexo y arqueo las caderas, desesperado por hundirse más adentro.

Sus manos buscaron a Girolamo y una de ellas se afianzó en el amplio hombro del conde y la otra apartó el rebelde flequillo que caía en desordenados mechones sobre esos ojos oscuros de los que se había enamorado.

viernes, 4 de marzo de 2016

CAPITULO X



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CAPITULO X

Leo sonrió y sin esperar a estar en la recámara de Girolamo, lo empujó contra la pared.

- Ajá... Veo que le ha gustado el perverso vicio de la sodomía, conde... Sepa, mi señor que hay muchas cosas que debe aprender aún y que estaré encantado de guiarle en los oscuros secretos de la perversión.

Riario se echó a reír y tiró de Leonardo para poder frotar su erección con la suya.

- Estaré encantado de que me guíe en mis pecados... artistas, pero quizás deberíamos conseguir algo para ayudarnos en nuestros propósitos. Creo recordar que Alessandro guardaba ciertos aceites para sus vicios más impuros.

CAPITULO IX



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CAPITULO IX

Lucio venía acompañado por dos guardias y el conde los miro a todos, intentando que su expresión fuera lo más neutra posible.

- Mi señor... Tiene que acompañarnos.

Lucio lo miraba con ojos compungidos y Riario pudo notar que le temblaban las manos.

- En el nombre de Cristo, Lucio... ¿Qué ocurre para que estés tan afligido?

Lucio trago saliva y negó con la cabeza.

- Mi señor... Debe venir a comprobarlo usted mismo. Yo no...

Los guardias permanecían impasibles, apoyados en sus lanzas y el conde hizo un gesto afirmativo.

- Déjenme vestirme y enseguida les acompañó.

martes, 1 de marzo de 2016

CAPITULO VIII




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CAPITULO VIII
El día venidero se aventuraba complicado y Riario no podía conciliar el sueño.

El conde daba vueltas en su cama con dorsel , pensando en que sería de él si el cardenal Giovanni salía electo como nuevo pontífice.

Sea como fuere, mucho temía que su mandato como capitán general del  Vaticano estaba llegando a su fin y se froto la cara nervioso.

¿A donde iba a ir? Estaba sólo en el mundo y lo único que tenía era a sí mismo.

Había sacrificado mucho y ahora que podía perderlo todo, la verdad lo golpeó de lleno.

Su vida entera había sido una espiral de pena y violencia y solo en su habitación, rompió en ahogados sollozos.

CAPITULO VII





CAPITULO VII

Horas más tarde, ambos estaban sentados frente al fuego y Leonardo le explicaba cómo había ganado la batalla contra los otomanos.
Riario sonreía y se sorprendió al saber de Sofía.

- Hija de Al-Rahim? Seguro que es una jovencita con un gran potencial.

-Sin ella quizás no habría podido entender la página. Sabías que el libro esta hecho de tal manera que se necesitan a dos personas para leerlo?

Riario asintió y se levantó a servir más vino.

- Lo sabía. Por eso te necesitaba. Somos muy pocos los que podemos descifrar los enigmas del libro de las hojas. Luppo Mercuri lo intento durante años. Al final creo que se volvió loco.