sábado, 9 de julio de 2016

CAPITULO XL



CAPITULO XL

Un rato después Leo y Girolamo miraban a Luca con aprobación, mientras ella se rascaba con ansias la barba postiza, hecha con pelos de un origen desconocido y pegada a su rostro con resina natural.
Mediante vendajes, entre los dos hombres habían logrado esconder sus curvas y las ropas que habían conseguido la hacían parecer un muchacho de entre 18 y 23 años.

Aunque en cierto modo, debido a sus rasgos delicados seguía pareciendo una chica y Leo apretó los labios, mirando a su alrededor, mientras movía los dedos en su tic característico, midiendo, pensando y calculando.

-¡¡¡Aja!!! Ya sé lo que te falta...


Sin meditarlo mucho cogió una de las medias de Sofía y enrollándola, se la metió a la mujer en la entrepierna de su pantalón, colocándola luego para que diera la impresión que ahí abajo había algo.

El conde empezó a reírse a carcajadas y Luca lo fulmino con la mirada cruzando los brazos sobre la casaca de cuero.

- No creo que de resultado.... Se va a dar cuenta.

Murmuro ella malhumorada y mirando a los dos amantes con ansias asesinas.

-Si no le dejas que toque, no se dará cuenta. Tú haznos caso. Además Girolamo mi hermana y yo podemos trabajar aquí, y esa es la excusa perfecta para hacerte pasar por nuestro aprendiz... Uno al que yo no puedo acoger bajo mi tutela porque estoy demasiado atareado con el encargo de Inocencio, y entonces Sandro no tendrá más remedio que quedarse contigo.

Luca lo medito un momento y en la otra parte del taller oyeron gemir a Sandro que intentaba incorporarse.
Leonardo cogió a Luca de los hombros y sin pensárselo dos veces la empujo a la vista del pintor y Sandro frunció el ceño al verla.

-¿Quién eres tú? ¿Dónde está Hécate?

Pregunto confuso palpándose el chichón de la cabeza.

Luca se quedó petrificada y no supo que decir, pero Leonardo hecho mano de su verborrea y de su ingenio y se acercó a su amigo, instándolo a que volviera a tumbarse.

- No hay ninguna Hécate Sandro... Anoche tuviste mucha fiebre y estuviste delirando, y tanto a mi como a Girolamo nos querías meter mano, delirando no sé qué sobre la diosa del Tártaro, por lo que tuve que drogarte y el conde y yo hicimos turnos para cuidarte, pero tú te empeñaste en que la diosa de los infiernos había venido a por ti y no veas lo difícil de controlar que eres cuando se te mete algo en esa cabezota que tienes.... menos mal que conseguimos que te durmieras de nuevo... Por cierto te presento a Luca. Es uno de mis nuevos aprendices y va a ayudarnos con lo del sudario. Ya que no podemos moverte a ti hemos decidido movemos nosotros. En un rato Zo y mi hermana llegaran con los materiales que nos faltan.

Sandro miraba confuso a Luca y a pesar de que algo no terminaba de cuadrar en ese muchacho, acepto las palabras de Da Vinci, dejándose caer de nuevo contra los almohadones de la cama.

-Me hubiera gustado que ella fuera real...Sentía paz entre sus brazos.

Murmuro el pintor tapándose los ojos con el antebrazo y Leonardo tuvo que darse la vuelta para que Sandro no viera que estaba intentando controlar la risa.

- Sentías paz porque Leonardo te dio leche de amapola y curo tus heridas con beleño y belladona. En resumen... Ibas tan drogado que no sabías lo que decías.

Girolamo se acercó a su cama y palpo con sus dedos el chichón que tenía en la cabeza.

-¿Te duele?

Sandro asintió, haciendo una mueca.

-Un poco, pero no recuerdo haberme golpeado la cabeza....

Dijo en tono confuso y dejando que Riario le pusiera una crema entre el pelo.

- Fue por mi culpa... Al tumbarte en la cama te di sin querer contra el cabezal. ¿Sabes que pesas una tonelada para parecer tan delgado?

Leonardo seguía aguantándose la risa y Luca seguía petrificada, sin saber hacia a donde mirar y ambos dieron gracias al cielo cuando oyeron la voz de Zoroastro y de Sofía en el exterior del estudio.


Rato después, entre todos construían la estructura de una Cámara oscura mientras Sandro los miraba trabajar desde su cama y sonrió al ver que el muchacho joven se sentía un poco desconcertado cuando Leonardo le pidió las sales de mercurio para fabricar las bengalas.

-Están en ese bote de ahí. El de cerámica.

Le dijo el pintor a Luca y ella asintió, bajando la vista al suelo.

Sandro la miro, y sin saber por qué tuvo deseos de que ese joven y bello muchacho le hiciera compañía un rato.

- Y chico....cuando termines con eso. ¿Puedes traerme un poco de agua? me muero de sed y me siento totalmente inútil tumbado aquí sin poder hacer nada.

Luca asintió, pasándole los tubos metálicos y las sales de mercurio a Sofía y a Zo y con una disculpa fue a llevarle agua a Sandro.

El la acepto de buen grado y se incorporó en la cama, apoyándose contra los almohadones.

-No sabía que Leonardo siguiera aceptando alumnos.... ¿hace mucho que trabajas para él?

Luca negó con la cabeza, mirándose los pies.

Sandro, confuso, inclino la cabeza, intentando mirar su rostro y sonrió al ver como el rubor se extendía por encima del vello facial del muchacho.

-No muerdo, chico. Puedes hablar conmigo.

Luca levanto su vista, fijando sus enormes ojos azules en el pintor y Botticelli sintió como el aire se atascaba en su garganta.

A él no le llamaban la atención los hombres, pero había algo en la mirada de ese chico que lo hizo desearlo y lamiéndose los labios heridos, lo insto a que se sentara a su lado.

Luca cogió el vaso que le tendía y con cuidado se sentó al borde de la cama, no muy segura de lo que estaba haciendo. En la otra parte del taller se oían las risas de Sofía, de Zoroastro y de Girolamo, mientras Da Vinci maldecía, intentando tensar el sudario impregnado en los materiales necesarios para que la imagen quedara plasmada en el lienzo.

-Creo que tendría que ir a ayudar al maestro.

Murmuro Luca con voz ronca, intentando que no se notara que no era un chico.

Sandro cogió su mano y negó con la cabeza.

-No te preocupes... Él siempre es así... Le gusta farfullar mientras trabaja, pero no es la primera vez que usa esa técnica y con la ayuda de su hermana sabrá desenvolverse perfectamente.

Luca volvió a sentarse, nerviosa por sentir a Botticelli acunando su mano entre las suyas.

- Lo cierto es que hoy es el primer día que lo veo trabajar. ¿Que se supone que está haciendo?

Sandro se encogió de hombros y negó con la cabeza.

-No estoy muy seguro, pero debe de ser otro de sus inventos descabellados. Quiere plasmar la imagen de un Cristo redentor en ese lienzo, pero sin que parezca pintada, y la única manera de hacerlo es usando la técnica de la cámara oscura.

Luca no tenía ni idea de lo que era esa técnica, pero asintió como si realmente lo supiera.

-Pues casi podrían usarte a ti como modelo... Tienes la espalda llena de latigazos.

Sandro abrió los ojos y fue como si una luz se iluminara en su cabeza y con un silbido llamo la atención de Leonardo, quien dejo de maldecir y se giró a mirarlo.

-Más te vale que me hayas interrumpido por una buena causa o juro que pienso estrangularte con esa maldita cosa.

Dijo señalando la tela  de dos metros.

- ¿Por qué no usas mi espalda para la parte posterior del lienzo?

Murmuro Botticelli no muy seguro y todos se giraron a mirarle.

- Estoy lleno de heridas, y creo que podría funcionar....

Leonardo lanzo un grito de júbilo y con dos grandes zancadas se plantó ante Sandro, cogiendo su cara entre sus manos y plantándole un beso en la frente.

- Esa es la mejor idea que has tenido en años, Botticelli...

Girolamo sonrió y se acercó a ellos.

-Pues si me dejas que te lleve podemos empezar...Las bengalas y la cámara están listas.

Sonrió el conde mirándolos a todos.

CONTINUA EN EL CAPITULO 41



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