domingo, 24 de julio de 2016

CAPITULO XLI


Capitulo XLI

Un par de días más tarde, Leonardo, Girolamo y los demás habían conseguido plasmar en el lienzo la parte trasera del cuerpo de Sandro y aunque tenue, no estaba mal del todo. Era como mirar un cuadro pintado al revés, solo que no se habían usado ningún tipo de pinturas.

Leonardo se desperezo, levantando los brazos por encima de su cabeza, y miro como Sofía descansaba recostada sobre el pecho de Zo, haciendo muecas de dolor de vez en cuando y el maestro se levantó andando hacia su hermana.

-¿Está todo bien? ¿Quieres que llame al físico?

Pregunto Leonardo preocupado acariciando la frente se Sofía y ella negó con una sonrisa.


-Creo que él bebe se está colocando para salir. Siento como si estuviera empujándome por dentro, queriendo darse la vuelta.

Susurro la chica ahogando una exclamación de dolor y Leonardo levanto los ojos preocupado hacia Zoroastro.

-Déjame ver, a ver si puedo hacer algo para que te sientas más cómoda.

Leonardo se sentó en cuclillas frente a su hermana y con sus manos abiertas le palpo el vientre, intentando encontrar la cabeza del bebe.
Podía tocar la curva de sus nalgas, sus piernas encogidas y un poco más arriba la placenta de la cual se alimentaba, pero la cabeza y los hombros no los encontraban por ningún sitio y abrió los ojos asustado.

-Sofía... No se está colocando... Ya lo está. Está empujando para salir.

Como si esas palabras fueran un detonante, la chica lanzo un grito agudo y apretó las manos de Zoroastro y Leonardo se levantó de un salto, buscando a Girolamo, a Luca y a Sandro con la mirada.

-Chicos... Necesito que alguno vaya a por el físico... creo que en breve voy a ser tío....

Otro grito de Sofía los hizo volverse a los cuatro y Zoroastro los miro lleno de pánico.

-Creo que ya no hay tiempo de ir a buscar a ningún físico... Acaba de romper aguas.

Leonardo corrió al lado de su hermana y aunque sabía lo que tenía que hacer, no se veía capaz y miro a sus amigos con tono de súplica.

-Por favor...Yo no puedo hacerlo... Yo...Yo...

Luca se adelantó dos pasos y quitándose la casaca y arremangándose la camisa se arrodillo ante Sofía.

-Necesito agua caliente... Y trapos, y necesito que os calméis todos. En mi bolsa hay dos tónicos. Traedme el de la botella azul, pero el de la pequeña redonda.

Riario salió disparado a buscar el agua, Sandro los trapos y Leonardo rebusco en la bolsa de la chica, hasta dar con el tónico que ella le había pedido y se lo tendió.

-¿Para qué es eso? ¿Qué le estas dando?

Pregunto asustando viendo como Luca cogía el tónico con la mano llena de sangre.

- Es solo una infusión calmante. Se lo que hago, maestro, déjame trabajar tranquila...

Sofía y Zoroastro la miraron con los ojos desorbitados y Leonardo se tapó la boca, ante el error de sus palabras.

- Luego os lo cuento, pero por favor... Tenéis que ayudarme. Bebed un sorbo cada uno. Os ayudara a relajaros.

Sofía volvió a gritar, apretando las manos de Zo hasta ponerlas blancas y Luca se enjuago el sudor de la frente, manchándose la cara de sangre.


- ¡¡¡Girolamo!!! ¡¡¡Deprisa, el agua!!

Riario apareció cargando un caldero humeante y Sandro justo detrás le tendió los trapos.

Todo iba muy deprisa y mientras Sofía gritaba y Luca le daba ánimos, masajeando su vientre para colocar bien al bebe y los otros tres hombres miraban espantados la escena.

- ¿No deberías hacer algo, caro? Es tu hermana...Y está teniendo a su bebe ahora mismo....

Leonardo se paseaba por todo el estudio mesándose el pelo y levantándolo en desordenados picos y se giró para mirar a Botticelli y al conde.

- No sé qué hacer... Estoy... me siento... Bloqueado.

Leonardo sabía perfectamente que Sofía podía morir en el parto si algo salía mal y estaba asustado y nervioso.

Sin saber expresarse lanzo un grito y se apoyó contra la pared, dejándose caer hasta el suelo.

-Todo va a ir bien... Parece que Luca sabe lo que hace. Ese chico es un genio...

Lo tranquilizo el otro artista y viendo como los ojos de Leonado se llenaban de lágrimas de impotencia decidió darle también un poco del tónico calmante.

Mientras Leonardo gemía, apoyando en la pared y aferrando con fuerza las manos de Girolamo, Sofía gritaba y Luca y Zoroastro ayudaban al bebe a salir al mundo, Sandro empezó a rebuscar entre los botes que su nuevo aprendiz había estado preparando.

Se le daban bien las hierbas, y tras encontrar otra de las botellas azules, la cogió, tendiéndosela al futuro tío.

-Toma, bebe un poco de tónico. Te hará bien. Y no te preocupes por Sofía. Ella es fuerte y Luca sabe lo que hace.

Leonardo bebió de la botellita alargada y cerró los ojos ante la esencia terrosa que desprendía el pachuli.
Le pasó luego la botellita a Girolamo y a Sandro y cerró los ojos, frotándose la cara e intentando tranquilizarse.

El conde y el pintor bebieron también y se dejaron caer al lado de Leonardo, sintiendo como la paz que el tónico les proporcionaba los iba calmando.

Les llegaban los gritos de Sofía y las palabras de ánimo de Luca y poco rato después se oyeron un pequeño berrido de alguien muy pequeño y Leonardo abrió los ojos, levantándose de golpe.

Corrió hacia la otra parte del taller a tiempo de ver como Luca sostenía en sus manos a un bebe gordito que chillaba a pleno pulmón y a Sofía agotada, llorando mientras Zoroastro, que lloraba también, le daba besos a su esposa.

-Es una niña... Una niña preciosa. Leonardo... ¿Me ayudas a pinzar el cordón umbilical?

Dijo Luca mirándolo con una sonrisa. Él bebe gritaba agitando sus pequeñas manitas y Leonardo se acercó y atando un lazo al cordón, aprovecho y corto por donde la chica le indicaba.

Luca envolvió al sucio bebe en uno de los trapos de algodón y se lo tendió a Sofía, que lo abrazo contra su pecho llorando a lagrima tendida.

- Es preciosa... Una niña. Zo... tenemos una niña....

Lloraba la chica y Leonardo se arrodillo en el suelo, contemplando a la personita acurrucada en el pecho de su hermana.
Sintió como las manos de Riario se posaban en sus hombros y se giró, mirándolo con los ojos empañados.

- Somos tíos, Girolamo...

Riario sonrió, agachándose al lado de Da Vinci y cogió sus manos entre las suyas, visiblemente emocionado y sin saber que decir y de pronto ambos pegaron un respingo, como si hubieran recibido una descarga eléctrica y se miraron extrañados, al sentir como una ola de excitación los iba calentando por dentro, provocándoles a ambos sudores y erecciones dolorosas debido a la postura.

-¿Qué demonios...?

Susurro Leonardo sintiendo como se le secaba la garganta y miro con los ojos muy abiertos a Girolamo, que jadeaba también, intentando llevar aire a sus pulmones.

Luca se levantó y tras disculparse, fue a lavarse las manos y la cara y sin querer, cocho contra Sandro, disculpándose a la vez que seguía su camino.

Sandro los miraba a todos sin saber que decir y de repente una ola de calor lo golpeo al sentir a Luca estrellarse contra su cuerpo  y contuvo un jadeo al notar como su verga se ponía dura y se agarró a uno de sus lienzos, extrañado y miro a Da Vinci y a Girolamo, que de repente se habían puesto en pie, jadeando entre sudores.

Los recién estrenados papas no parecían darse cuenta de nada más que no fuera su bebe, pero Sandro pudo oler en el ambiente el almizcle de la excitación mezclado con todos los demás aromas.

Leonardo y Girolamo desaparecieron con prisas, disculpándose ante Sofía y Zoroastro y él se acercó a Luca, y sin pensarlo, le rodeo la cintura con los brazos y la atrajo hacia él, acariciándole el cuello con la nariz.
Luca se puso tensa, notando perfectamente como la erección del pintor pulsaba contra la parte baja de su espalda y su boca formo una O perfecta, cuando olio la esencia del pachuli en el aliento del artista.

-Sandro... ¿Qué tónico has cogido de mi bolsa?

Pregunto aferrándose a la jofaina con fuerza y Sandro remoloneo, mientras su nariz seguía acariciando el cuello de la chica.

-Uno con una botella azul alargada... Leo, Girolamo y yo hemos bebido de él y ahora me siento extraño...

Luca sintió como su corazón daba un vuelco y apretó la jofaina con más fuerza.
Como pudo se deshizo del abrazo de Sandro y corrió hacia su bolsa, maldiciendo en su idioma materno y empezó a rebuscar entre las diversas botellitas que allí guardaba y levanto sus ojos hasta el pintor cuando el, medio atontado, le tendió el frasco del que habían bebido.

-Oh...Por dios... Sandro, eso no era un tónico calmante....

Susurro la chica conteniendo un gemido.

-Pues me siento maravillosamente, ragatzo mío...

Sandro la arrincono contra la pared, posando sus manos en la fría piedra y se agacho hacia el cuerpo de su aprendiz, y aplasto su pecho contra el del chico y sus labios bajaron de nuevo hasta la garganta expuesta del que el creía que era un muchacho y sus dientes mordisquearon los tendones de su cuello.

-Madre santa....

Jadeo Luca al sentir como los labios de Sandro subían hacia los suyos y perdió el hilo de lo que quería decir cuando sintió como la lengua húmeda del pintor acariciaba sus labios en una erótica caricia.

CONTINUA EN EL CAPITULO 42.



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