sábado, 9 de julio de 2016

CAPITULO XXXIX

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CAPITULO XXXIX

Al despertar Leonardo se puso los pantalones y tras besar la frente de Girolamo se acercó a la otra parte del taller, encontrando a Luca acurrucada y brazada a las piernas de Sandro, que dormía exhausto después de una mala noche.

Con cuidado de no despertar al artista, se inclinó sobre la chica y la sacudió un poco, y ella abrió los ojos de repente, pegando un salto.

-Tranquila...Soy yo, Leonardo.

Luca se froto los ojos y desperezándose se sentó al borde de la cama, acariciando la pierna de Sandro.

- Creí que eras el...Se despertó en plena noche y tuve que darle más leche de amapola. Deliraba y llamaba a Netta, pero también...También me llamaba a mí...

Luca se ruborizo y se levantó de la cama con cuidado de no despertar a Sandro y Leonardo sonrió al verla vestida con una de las camisas del pintor, que le llegaba hasta casi por las rodillas.

- ¿A ti?

Pregunto con curiosidad el artista, mirándola divertido.

Ella enrojeció aún más y negó con la cabeza.

-Bueno, a mí no...Está convencido de que soy un súcubo y que me llamo Hécate y que he venido para llevármelo al infierno...

Leonado se rio y le aparto el pelo desordenado de la cara, para ver que podía hacer para que pareciera menos femenina.

No era la típica mujer florentina, con busto y caderas generosas y vientre redondeado. A decir verdad, estaba bastante delgada para los cánones de la época y sonrió, pensando que su plan quizás si diera resultado.
Su mezcla de genes la convertían en una belleza exótica, y tuvo deseos de pintarla, pero cogiéndola de los hombros la miro de arriba abajo.

-Vas a ser un chico muy guapo... Pero primero necesito vendas, pelo de cabra, o semejante, y que sea de un tono lo más parecido al tuyo pero también necesito  ropa de tu talla, porque ni la mía, ni la de Girolamo te sirve y es más que evidente que la de Sandro tampoco. Quizás Zo y mi hermana puedan ayudarte a conseguirte algo.
¿Recuerdas dónde está mi casa?

Luca asintió con entusiasmo, pero en ese momento Sandro se revolvió gimiendo y echando de menos el calor de un cuerpo junto al suyo y Luca corrió a su lado, sentándose junto a él y frotándole las piernas.

-Hécate... no me dejes morir solo...

Jadeo  el pintor con el aliento contenido y la voz ronca.

-Tranquilo, frumosa mea.... Estoy aquí... No me voy a ir a ninguna parte...

Leonardo tosió, carraspeando para llamar la atención de la chica y ella se giró.

-Tiene frio y sed. ¿No le oyes la voz? Trae agua, ya que no creo que seas tú quien quiera meterse en la cama para darle calor y cuidarlo.

Susurro mirando a Leonardo con sus ojos claros semi cerrados y el artista giro los ojos en blanco.

-Está bien... Ya voy.... ¿Nadie te ha dicho que eres un poco mandona?

Leonardo lleno una jarra con agua fresca y le tendió un vaso a Luca para que pudiera dárselo a Sandro y sonrió al ver los dulces cuidados que le prodigaba la chica.

- Girolamo y yo iremos a buscar lo que necesitamos. Tu mantenlo drogado por si vuelve a despertarse que siga creyendo que eres Hécate el súcubo, y haz lo que sea necesario para que él lo siga creyendo.

Leonardo no pudo aguantar más la risa y se mordió el dorso de la mano a ver como la chica subía de nuevo a la cama y se acurrucaba junto al cuerpo de Sandro, susurrándole palabras en rumano que Leonardo no lograba entender y suspiro, dejándolos solos para ir a despertar a su amante, que dormía en el otro lado del taller, agotado tras una intensa noche llena de emociones.

Tras un rato, Leonardo y Girolamo salieron, rehusando coger la bolsa llena de monedas que Luca quería devolverles y ella suspiro, colocándose de frente junto al pintor.
Durante la noche había decidido recogerle el pelo hacia atrás, para evitar que se le metiera en las heridas y ahora observaba su bello rostro casi con devoción.

Los moratones seguían estando ahí, pero la hinchazón se había reducido y mordiéndose el labio, aparto la manta para observar el resto de su cuerpo.

Su piel era un mapa de mordiscos, arañazos y moratones, pero la inflamación de su verga había remitido y sonrió contenta al ver que su ungüento había dado resultado.

- Ești frumoasă, dragă.....

Susurro ella en su idioma materno, acariciando los marcados músculos del abdomen del pintor con delicadeza, y el gimió, abriendo los ojos.

-Hécate...Mi diosa...

Suspiro cerrando los ojos cuando la mano de ella subió por su pecho hasta su rostro, acunándolo.

Estaban frente con frente y ella negó, sonriéndole.

-No soy Hécate... Ni tampoco una diosa...pero si quieres que lo sea tienes que beberte esto, te hará bien.

Dijo ella tendiéndole un pequeño frasco que contenía leche de amapola diluida en agua.

-Lo hare a cambio de un beso, hermosa Hécate...

Murmuro Sandro acariciando con sus dedos la curva de su cadera y ella gimió, rodeando su muslo con su pierna por puro instinto.

Debajo de la enorme camisa de algodón abierta, ella no llevaba nada más, y los ojos del pintor se pasearon por su cuerpo, y se mojó los labios heridos con la lengua, preguntándose que sentiría al posarlos en esos maravillosos y pequeños pechos de piel pálida.
Desde la última vez que había estado con Netta, él no había vuelto a tocar a una mujer, porque no quería traicionar su recuerdo, pero ahora, frente a esa belleza exótica de pelo oscuro sintió que su deseo se inflamaba, queriendo hacerla suya.

-No soy Hécate, pero prometo dártelo si eres buen chico y te bebes esto.

Sandro asintió, e incorporándose un poco sobre uno de sus codos, cogió la botellita de cristal que ella le tendía y bebió, haciendo una mueca ante el sabor amargo de la leche de amapola.

Ella volvió a sonreír e inclinándose sobre él, poso sus labios en su frente, dándole un ligero beso.

-Aquí está tu beso, frumoasă mea...

Dijo separándose de el con una sonrisa y el negó con la cabeza y a la vez que sus manos levantaban la camisa, la atrajo hacia él, pegándola a su pecho.

-Ese no es el beso que deseo, mi hermosa diosa de las tinieblas...

Los labios de Sandro buscaron los de la chica y su lengua los rozo, casi con miedo. Luca gimió al sentir como la boca del pintor saqueaba la suya y casi por inercia, se arqueo contra él, sintiendo como la erección del hombre, se aplastaba contra su estómago, caliente, húmeda y palpitante.

La mano de Sandro se coló bajo su camisa, acunando en su mano uno de sus pechos y gimió contra el aliento cálido de esa preciosa muchacha, deseándola como hacía tiempo que no deseaba a nadie.

A lo primero, Luca accedió a sus caricias, acariciando sus anchos hombros, pero recordando que Girolamo y Leonardo podían volver en cualquier momento, llevo algo de cordura a su atribulada mente.

- No.... Sandro...Esto no está bien... Tú estás drogado y yo no soy quien tú crees...

Murmuro ella echándose hacia atrás, pero a pesar de estar herido y medio  drogado, el seguía siendo fuerte y con un solo movimiento la tuvo tumbada sobre su espalda, con la camisa arremangada y ella atrapada  y debajo de su enorme cuerpo.

- Eres una diosa... La hermosa diosa de los infiernos.... Estas aquí para llevarme y quiero ir contigo...No puedo soportar viviendo una vida sin mí Netta, pero gustoso me iré contigo al Tártaro, mi bella Hécate.
Pintare tu rostro mil veces.... Y mil veces moriré si con ello consigo que me lleves al infierno envuelto en tus alas negras, diosa...

Era obvio que Sandro seguía delirando pero cuando volvió a besarla y su mano se coló entre sus cuerpos, acariciando su humedad, ella dejo de pensar...Le daba igual que pensara que era Hécate, un Súcubo o el fantasma de la propia Netta si de esa manera podía tenerlo.

Sandro volvió a besarla, bajando su mano por el costado de su cuerpo y ella se arqueo, cuando uno de los dedos del pintor se coló en su cuerpo, haciéndola gemir contra sus labios.

Ella le rodeo las caderas con sus muslos, posando sus manos en sus hombros  intentando no hacerle daño, pero no había un lugar de su piel que estuviera libre de marcas y heridas a medio cicatrizar y tuvo miedo de hacerle más daño.

- No...Sandro... Espera... Puedo hacerte daño...

Gimió contra sus labios, a la vez que lo empujaba con sus pequeñas manos.

Sandro sonrió, mirándola con los ojos nublados por el deseo y las drogas y negó contra sus labios.

-El dolor no me importa... Solo quiero estar contigo antes de que me lleves....

El pintor dirigió su excitado miembro a su entrada, frotando su glande inflamado entre sus labios y ella gimió, cuando sintió como empujaba lentamente, abriéndose paso en su sexo.

En ese mismo momento oyeron las risas de Leonardo y de Girolamo y ella se incorporó a toda prisa, haciendo que Sandro cayera hacia atrás y se apresuró a bajarse la camisa.

- No sabes lo que siento esto... Sandro, de verdad...

Dijo ella agarrando una jarra con firmeza y Sandro la miro confuso sin comprender.

-¿Qué es lo que sientes hermosa Heca....?

-Esto...

Luca golpeo con fuerza a  Sandro con la jara, el cual cayo inconsciente de bruces sobre la cama justo cuando Girolamo y Leonardo entraban cargados con fardos.

Leonardo abrió la boca para decir algo y ella escondió con rapidez la jarra de latón a su espalda, disculpándose con una sonrisa.

Girolamo soltó el fardo y corrió junto a la cama, tomándole el pulso al pintor que estaba inconsciente y dio gracias a que la chica apenas tuviera fuerza, porque con semejante golpe en plena nuca, Sandro podría haber muerto.

-¡¡¡Joder!! Pues menos mal que solo tenía que cuidarlo....

Murmuro palpando el chichón que empezaba a formarse en la cabeza del pintor.

CONTINUA EN CAPITULO 40






 


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