sábado, 6 de agosto de 2016

CAPITULO XLIII


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CAPITULO XLIII

- Sandro...Escúchame fumoasa mea... Yo no soy...


Susurro Luca pero sus palabras murieron en los labios de Sandro, cuando la beso con suavidad, pero también con urgencia y ella sintió un vuelco en el corazón al darse cuenta de la desesperación que ocultaba esa húmeda caricia con sabor a vino.
La desesperación de un hombre roto en busca de un poco de felicidad, de un poco de paz para su alma atormentada y Luca simplemente se dejó llevar por el roce de esa boca contra la suya y le devolvió el beso levantando  sus manos y hundiendo los dedos entre los rizos rubios y espesos del artista y al hacerlo, la sabana con la que cubría su cuerpo, cayó al suelo y su cuerpo desnudo quedo presionado contra el amplio pecho del pintor y las caricias de la boca de Sandro se tornaron más urgentes, mas hambrientas, abriéndose paso en sus labios con su lengua y sin dejar de agasajarla con sus besos ni un instante, la levanto con facilidad del suelo, agarrándola del trasero y ella envolvió su cintura con sus piernas a la vez que tiraba de la camisa de Sandro para quitársela.

Sandro bajo sus besos por la garganta de Luca y ella gimió, echando la cabeza hacia atrás y el aprovecho ese movimiento para bajar su cabeza hacia sus pechos, besando primero las suaves curvas de piel blanca y atrapando después uno de sus pezones entre sus dientes.

Luca casi lloriqueo al sentir las succiones de esos labios en su brote y hundió sus dedos crispados entre el pelo enmarañado del artista, anclándolo allí y deseando todo lo que él quisiera darle.

El rio al sentir como se estremecía entre sus brazos, y levanto sus ojos para mirarla y su erección presiono con más fuerza contra su pantalón al ver lo hermosa que estaba ella, con las mejillas tintadas de rubor, la cascada de pelo negro cayéndole sobre la espalda y la  boca abierta en un jadeo ahogado, intentando balbucear palabras en un idioma desconocido.

El artista hizo rodar su legua sobre el excitado pezón y subió hasta sus labios de nuevo, volviendo a besarla, a la vez que sus pies empezaban a moverse, guiándolos a ambos a través del taller.

Su primer pensamiento fue tumbar a la chica sobre una de las mesas de trabajo pero toda la estancia  era un caos y no puedo evitar reírse de nuevo contra sus labios.

-Si no estoy pronto dentro de ti, me volveré loco...

Dijo Sandro mirándola con deseo. Ya no podía distinguir si ella era una alucinación debida al vino, pero decidió que no le importaba, porque podía sentir como el centro húmedo de la mujer que temblaba entre sus brazos, mojaba su estómago, deseándolo tanto como el la deseaba a ella.

-La cama... Vamos a la cama.


Gimió Luca y el artista asintió, guiándolos a ambos hacia el catre que tenía en un rincón.

Con delicadeza la tumbo sobre el lecho y ella separo las piernas en una clara invitación, que Sandro acepto, subiéndose a la cama y arrodillándose ante ella.

- Eres preciosa... Tan perfecta...Tan bella...

Susurro el subiendo sus manos abiertas por el interior de sus muslos, extasiado por lo suave que resultaba su piel en comparación con los cuerpos masculinos con los que había compartido lecho en los últimos tiempos.
Sus dedos acariciaron con suavidad el sexo de la chica y Sandro contuvo el aliento al sentir su humedad.

Casi había olvidado que ella no necesitaba ningún tipo de aceites para acogerlo y cuando su dedo resbalo hacia el interior del cuerpo de la chica, Luca se incorporó, cogiendo su cara entre sus manos y lo beso, arrestándolo con ella cuando se tumbó de nuevo.

El dedo de Sandro iba y venía, arrancándole jadeos ahogados y ella sentía como todo su placer se estaba concentrando en su centro. Casi con desesperación, desabrocho las cintas del pantalón del artista y ambos jadearon, aliento contra aliento, cuando Luca libero su erección y acaricio con su pulgar el glande mojado.
El pintor mordió los labios de la chica cuando sintió como su mano lo rodeaba, masturbándolo y el recuerdo de esas manos suaves en su miembro, parecieron encender una luz en la nublada mente de Sandro.
Ella le guio hasta su entrada y alzándose sobre las palmas de sus manos, Sandro la miro y con un movimiento suave, empujo un poco sus caderas y se deslizo lentamente hacia el interior de esa gruta húmeda y caliente que parecía envolverlo en seda liquida y el aire se atascó en su garganta, al sentir como ella gemía y sus muslos lo apretaban con fuerza.

-Sandro.... Oh, Doamne....

Jadeo Luca al sentir como Sandro se hundía en su cuerpo. 
Él era grande y ella sentía como su sexo se estiraba, amoldándose a su tamaño. Sus manos se desplazaron por la amplia espalda masculina bajando hasta sus nalgas y allí clavo sus dedos cuando el empezó a moverse.

Pronto, el ritmo que Sandro marcaba contra Luca se hizo más rápido, y sin dejar de besarla, giro sobre sí mismo y cambio de posición, quedando debajo. Ella poso sus manos en sus hombros y empezó a cabalgarlo, mientras las  del artista no dejaban de recorrer todo su cuerpo, paseando hasta llegar a sus pechos. Luca casi sentía que podía tocar el cielo dado el placer que sentía, y cuando él se incorporó y atrapo su pecho entre sus dientes, haciendo rodar la lengua por el pezón endurecido, ella empezó a gemir, sintiendo las contracciones que empezaban a formarse, hasta que estallo en un orgasmo maravilloso, gritando el nombre del pintor.

-¡¡¡¡Sandro!!!! ¡¡¡ Si, si, si!!!! ¡¡¡ Oh, Doamne, mea prețioasă!!!

Botticelli ahogo un grito cuando sintió como el sexo de la chica lo apretaba y sin poder contenerse, estallo, llenándola con su semilla y abrazándola contra su pecho.

-¡¡¡ Si, Luca...!!! ¡¡¡ Si, amor mío...!!!

Luca temblaba como una hoja entre sus brazos, y al oír su nombre, susurrado entre gemidos de placer, se quedó petrificada, pero él no parecía darse cuenta, y la lleno de besos, subiendo desde sus hombros hasta sus labios y sonrió al ver la cara asustada de la chica.

-¿Ocurre algo, mi bella?

Pregunto acariciando su rostro con ternura, y Luca sintió como las lágrimas aguijoneaban sus ojos, pero se obligó a contenerlas y negó con la cabeza, haciendo como que no se había dado cuenta de cómo en la había llamado.

Sandro suspiro y cerró los ojos, dejándose caer hacia atrás inmerso en la paz que el orgasmo le había proporcionado y Luca se acurruco sobre su pecho, notando como la respiración agitada del artista se iba calmando y ella acaricio su estómago con su palma abierta.

-Sandro, hay algo que debo decirte....

Dijo ella en un susurro. Casi no se atrevía a hablar, pero no podía engañarlo más, y se decidió a confesarse, aprovechando que los dos estaban a solas, en ese momento tan íntimo pero no hubo respuesta por parte del artista.

-¿Botticelli?

Pregunto casi con timidez, levantando sus ojos hacia el rostro del pintor,  pero él había caído en redondo en los brazos del dios Morfeo y roncaba suavemente, con el rostro relajado y tranquilo.
Luca se froto la cara y tras pensarse si se quedaba o se iba, decidió que irse  a su habitación era lo mejor en ese momento.

Depositando un suave beso en la frente del Sandro, se levantó, y recogió la sabana del suelo dirigiéndose hacia el piso superior, ensimismada en sus pensamientos e intentando contener las lágrimas, pero sentía que su corazón se había roto al oír su nombre de labios del pintor, y empezó a llorar en silencio con las lágrimas derramándose por sus mejillas.

Estaba oscuro y el llanto no la dejaba ver por dónde iba hasta que noto que chocaba contra alguien y  los dos cayeron al suelo con un golpe sordo.

-¡¡'Ay!! Joder, Luca, quítate de encima, que me estas aplastando...

Murmuro Leonardo con voz contenida.

CONTINUA EN EL CAPITULO 44
  

 


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