ATENCION: ESTE POST CONTIENE ESCENAS DE SEXO EXPLICITO, EXCLUSIVAS PARA MAYORES DE 18.
CLASIFICACION POR DESCARGO R
VIENE DE: CAPITULO 1
CAPITULO II
Leonardo y el conde
llegaron a Florencia justo antes del anochecer y tras dejar los caballos en el
establo el artista los guio a su estudio.
La estancia era un caos
lleno de papeles, cuadernos, utensilios de pintura y demás inventos en los que
Da Vinci mantenía ocupada su atribulada mente y Girolamo frunció los labios al
ver una caja con un mecanismo familiar sobre uno de los bancos de trabajo.
Casi por inercia, sus
pies se dirigieron hacia allí y la acarició con unos dedos largos y elegantes.
-¿Esta también explota si
la golpeas con fuerza?
Pregunto en un susurro
casi sin darse cuenta de que su voz salía crispada y Leo asintió, orgulloso de
su trabajo.
-Por supuesto. ¿Ves este
mecanismo? Es un temporizador que se desactiva por clave cifrada. Si alguien
que no tenga la clave intenta abrirlo o manipularlo de alguna de las maneras,
ya puede despedirse de este mundo.
Riario insuflo aire,
sintiendo como un tic se instalaba en su mejilla. No hacía mucho, una de esas
cajas lo había hecho volar por los aires, casi matándolo a él y eliminando a algunos de sus hombres más
valiosos y sintió que la rabia bullía en sus venas, pero debía conseguir que
Leonardo confiara en el para poder robarle las dos llaves y se obligó a sonreír,
girándose hacia el artista.
-Serias un gran aliado
para Roma, Artista... Imagina las posibilidades que tendrías con un presupuesto
ilimitado, Da Vinci....
Leonardo negó y se acercó
a él, quitándose la camisa y lanzándola al suelo.
-No me interesa... Lo único
que me interesa ahora mismo eres tú, bajo mi cuerpo, jadeando mi nombre.
A pesar de que la rabia
casi lo dominaba por completo, también lo hacia el deseo y por mucho que Riario
quisiera engañarse, Leonardo lo tentaba como si fuera el mismísimo diablo y
verlo allí de pie, moviéndose como un gran felino no hizo más que acentuar su
lujuria. Además pudo ver las dos llaves brillando sobre su pecho desnudo y se obligó
a sonreír.
-¿Y cómo piensas
conseguir eso, artista?
Susurro Girolamo. Da
Vinci lo miro de arriba abajo y mordiéndose el labio, acaricio sus hombros por
encima de la tela de su casaca.
-Oh.... Se me ocurren
varias formas, conde... Pero todas ellas implican quitarte toda esa ropa oscura
que llevas puesta.
Riario miro los labios
del artista ladeando la cabeza y gimió cuando los dedos ásperos y largos de Da
Vinci empezaron a desnudarlo lenta pero implacablemente y acariciaron su piel.
Casi por instinto, Riario
retrocedió al sentir las caricias del artista y Leonardo lo miro con cierto
deje de confusión.
-¿Algo va mal, Conde?
Girolamo negó separándose
mientras una lucha interna se librara dentro de su cabeza. Por una parte sentía
que traicionaba todos y cada uno de los juramentos que había hecho para y con
la Iglesia, y por extensión a Sixto, pero por otro, sentirse deseado por
Leonardo, lo llenaba de orgullo, satisfacción y deseo y negó con la cabeza,
cuando el artista se posiciono a su espalda, apoyando sus manos en sus caderas
y atrayéndolo hacia él.
- No... Todo lo
contrario, Artista. Todo va bien, pero
por primera vez en mi vida, siento miedo. Yo...
Riario cogió aire,
intentando aclarar sus pensamientos y Leonardo se inclinó lo suficiente para
morder su nuca con delicadeza.
- No tienes por qué
temer, Girolamo. No te hare daño.
Leonardo subió sus besos
por el mentón del conde y apoyando una mano en el estómago del otro hombre, lo
hizo girar la cabeza para poder besar sus labios.
La lengua de Leonardo era
cálida y Girolamo se giró entre sus brazos, devolviéndole las húmedas caricias
que el artista le prodigaba y ambos gimieron cuando sus pechos chocaron.
Tras unos instantes,
Leonardo se separó lo suficiente para coger aire y tras acariciar los
musculosos brazos con sus ásperas manos, miro a Riario con una sonrisa llena de
promesas.
-¿Quieres venir conmigo
arriba? Si no quieres y decides irte, lo entenderé, pero si te quedas, pienso
llegar hasta el final. Llevo demasiado tiempo conteniendo mi deseo por ti, y no
creo que pueda parar una vez empiece.
- No quiero que te
detengas... Nunca, Leonardo. Yo también he esperado demasiado y no quiero que
esto termine sin empezar.
Leonardo sonrió y volvió
a besarlo, hundiendo sus dedos en el espeso pelo negro del conde y lo guio
hasta las escaleras. Una vez allí, le tendió una de sus manos, invitando al
conde a ir con él.
Girolamo acepto y una vez
arriba, Los labios de Da Vinci volvieron a asaltarlo, mordiéndolo con pasión y arrancándole
un gruñido y Leonardo lo miro, con los ojos muy abiertos a la vez que se
apartaba.
-Lo siento... No pretendía
hacerte daño...
Pero Girolamo no lo dejo terminar
y lo empujo contra la cama, haciéndolo caer de espaldas y una sonrisa perversa
se instaló en sus labios al mirarle.
- Yo no lo siento,
Artista... Solo tenme un poco de
paciencia. Nunca antes he hecho esto con nadie.
Leonardo lo miro como si
se hubiera vuelto verde y se incorporó sobre sus codos, mirándolo con sorpresa.
-¿Nunca? ¿Ni con mujeres?
Debes de tener un batallón de doncellas....
Riario negó, tumbándose a
su lado y acaricio los marcados músculos del abdomen del genio con su mano
abierta.
-Me debo a Dios, Artista
y el sexo fuera del matrimonio es pecado... Pero estoy dispuesto a que las
llamas del infierno me devoren siempre que seas tú quien me acompañe.
Leonardo soltó una alegre
carcajada y su labios buscaron de nuevo los del capitán, mientras con dedos
agiles desabrocho los botones de su pantalón y ahogó un jadeo contra su aliento
cuando su mano se coló dentro y encontró su erección caliente y dispuesta para él.
- Iría contigo hasta el
fin del mundo si así lo deseas, mi Conde... Ahora déjate llevar y disfruta de
mis atenciones. Soy un buen maestro.
Susurro Leonardo rodeando
la verga del conde con sus dedos y Girolamo echo la cabeza hacia atrás, mordiéndose
el labio al sentir como los dedos agiles del artista empezaban a subir y a
bajar por su tronco henchido.
Sin saber ni como, poco después,
ambos estaban desnudos y aunque Girolamo era casto en todos los sentidos de la
palabra, aprendía deprisa y pronto empezó a sublevarse a las atenciones de
Leonardo, intentando imponerse como el macho dominante y Leonardo rio, al verse
atrapado entre el colchón y el hermoso cuerpo de su amante.
- No sabía que fueras tan
bueno en la lucha cuerpo a cuerpo y ni que ese cuerpo estuviera tan lleno de músculos...
Engañas mucho bajo esa ropa de cuervo que llevas siempre.
Se burló el artista y
Riario se inclinó, mordiéndolo en el pecho.
-La ropa negra es la más
cara y disimula bien la sangre. Es una buena inversión, Da Vinci...
Protesto Girolamo y tras
esa revelación, subió de nuevo a los labios de Leonardo, besándolo con ansias.
Leonardo rodeo sus
caderas con sus piernas y gimió al sentir como la erección perlada del conde
pulsaba contra la suya y retrocedía, intentando buscar su entrada.
- Espera un momento, mi
conde... Necesitamos una cosa para nuestros propósitos.
Riario no entendía que quería
decir Leonardo, Sólo quería ser uno con él, pero dejo que el artista se
levantara y observo con creciente lujuria como Da Vinci se inclinaba sobre uno
de los cajones, buscando y maldiciendo hasta que lo vio volverse de nuevo hacia
el con una sonrisa.
- Y ahora, mi señor voy a
mostrarle como su placer puede crecer hasta llevarlo al borde su la locura,
pero primero... Ponte boca arriba, Girolamo...
Leonardo echo un vistazo
al esculpido cuerpo que yacia sobre su cama y deseo probarlo, sintiendo casi
una necesidad imperiosa.
El conde obedeció y Da
Vinci se subió a la cama, colocándose de rodillas entre sus piernas.
Las manos del artista
acariciaron primero sus pantorrillas y subió hasta sus muslos y Leonardo lo
miro con una sonrisa casi diabólica antes de doblarse sobre sí mismo.
Su lengua jugo con su
ombligo y Girolamo pego un bote, sintiendo cosquillas, pero antes de que
pudiera protestar, Leonardo lo acogió de nuevo entre sus dedos guiándolo hacia
sus labios.
Primero deposito un beso
en el glande perlado de líquido pre seminal, para seguidamente acariciar la
hendidura con la punta de su lengua.
Girolamo lo miro,
conteniendo el aliento y cuando los cálidos labios de su amante lo rodearon, se
sintió morir.
-¡¡¡ Leonardo!!! ¡¡¡Oh,
dios mío...!!!
Sus manos apretaron con fuera
las sabanas y cas instintivamente sus caderas se arquearon, bombeando contra la
húmeda boca del artista.
El placer lo recorría en
grandes olas, dejándolo mareado y cuando sus ojos bajaron para mirar al genio,
otra ola de lujuria lo golpeo de lleno.
Estaba casi seguro de que
Leonardo era el mismo Lucifer encarnado para tentarlo, pero en esos momentos
todo daba igual...Quería quedarse allí... entre las caricias de Leonardo.
Sus manos se desplazaron
de las sabanas al pelo del artista, hundiendo los delicados dedos en los picos
desordenados del pelo de Leonardo y sus caderas empezaron a mecerse contra esa
maravillosa humedad que lo acunaba, enloqueciéndolo de placer y arrancándole
jadeos ahogados del pecho.
Poco después, el conde sintió
como si un rayo lo golpeara en la columna, bajando hasta sus riñones, y justo
cuando iba a alcanzar el cielo, Leonardo lo privo de su orgasmo apretando la
base de su verga y Girolamo se sintió morir.
- No. no...Por favor...
Leonardo... No te pares.....
Suplico a punto de gritar
y con una última succión Leonardo abandono sus húmedas caricias y subió por el
cuerpo del conde, besándolo y mordiéndolo todo el camino hasta sus labios.
-No voy a parar, mi
señor... Solo necesito unos segundos...
Leonardo destapo la
extraña botellita que había traído consigo y un agradable aroma a mirra inundo
las fosas nasales del conde.
El maestro vertió una
generosa cantidad de aceite en la palma de su mano y tras unos momentos que
dedico a prepararse a sí mismo, utilizo el resto para lubricar la erección de
su amante.
-Y ahora mírame,
Girolamo... Quiero sentir tus preciosos ojos en mí cuando ambos seamos uno
solo...
El artista se sentó a
horcajadas sobre la pelvis de su amante y lentamente deslizo la erección de
Riario al interior de su cuerpo.
Al principio sintió una
mezcla de placer y dolor, mientras se acostumbraba al tamaño del conde, pero en
pocos segundos el dolor desapareció y solo hubo placer.
Da Vinci había compartido
su cuerpo con infinidad de amantes de ambos sexos, pero Girolamo era más grande
de lo habitual y se tomó un momento para acostumbrarse a la invasión a la que
estaba siendo sometido.
Se inclinó sobre su
amante y tras capturar sus labios con los suyos, clavo sus dedos en las
costillas de su amante y empezó a mecerse despacio, conteniendo el aliento.
Al principio Girolamo se quedó
quieto, temeroso de que un rayo divino cayera y lo fulminara, pero cuando vio
que la ira de Dios no caía sobre él y que solo había placer sin remordimientos,
sus caderas empezaron a mecerse al mismo ritmo que Leonardo le marcaba.
Ambos jadeaban, sin dejar
de besarse y Riario se preguntó que tenia de pecaminoso ese acto que en ocasiones se pagaba con la
muerte.
No podía entender por qué
algo tan excitante fuera considerado como uno de los mayores pecados del hombre
y alejando era idea de su mente, se concentró en Da Vinci.
Su visión cabalgándolo
era lo más hermoso que sus ojos habían contemplado jamás y sintió como su pecho
se expandía con una extraña sensación y comprendió que se estaba enamorando del artista y mordió
el cuello del genio para no ponerse a gritar.
Leonardo gemía, sintiendo
como los movimientos de su amante se tornaban más rápidos y cuando Riario lo
abrazo contra su pecho, Leonardo se movió, envolviéndolo con sus piernas y se dejó
caer hacia atrás, arrastrando al conde sobre su cuerpo.
Girolamo supo lo que debía
hacer, aunque jamás lo hubiera hecho antes y alzándose sobre las palmas de sus
manos siguió embistiendo con fuerza hasta que sintió de nuevo esa especie de relámpago
golpeándolo en la columna.
-Leonardo....
¡¡¡Leonardo!!!
Grito tensándose sobre el
artista y Da Vinci lo empujo con su pie, sintiendo como el conde lo llenaba con
su simiente. El no aguanto mucho al sentir como el calor de Riario mojaba sus
entrañas y estallo también, jadeando el nombre de su rival como si fuera una
plegaria.
El capitán se desplomo
sobre el pecho de su amante, y escondiendo la cara en el hueco de su cuello,
intento que su respiración se normalizara, pero sentía como si realmente lo
hubiera alcanzado un rayo y por unos momentos pensó si realmente era la Ira del
Señor golpeándolo por sus pecados.
Leonardo trajo saliva y
besó la sien de su amante acariciando
sus amplios hombros y deleitándose con el movimiento de los músculos bajo
la piel.
- ¿Estás seguro de que
nunca habías hecho esto antes?
Murmuro mientras Riario
rodaba sobre la cama hasta quedar tendido sobre su espalda.
-Completamente seguro...
Creo que lo recordaría...
Girolamo giro un poco la
cabeza para mirar al artista y cuando sus ojos oscuros se encontraron con los
preciosos ojos verdes de Leonardo, ambos se echaron a reír.
- Quédate conmigo esta
noche...
Pidió Leonardo acurrucándose
contra su cuerpo y Girolamo asintió, sintiendo como una extraña paz se
apoderaba de él y vio como los ojos de Da Vinci parpadeaban pesadamente casi
vencidos por el sueño.
-Me quedare contigo,
Artista....
Murmuro sabiendo que esa
era la primera de todas las mentiras que le diría a Leonardo.
Da Vinci asintió y cerró
los ojos, sumiéndose en un sueño tranquilo.
Cuando despertó con las
primeras luces del alba, Girolamo no estaba, ni tampoco estaba el mapa que había
encontrado en el libro del judío ni las dos llaves.
-¡¡¡ JODER!!! PERO ¿COMO
COÑO HE PODIDO SER TAN GILIPOLLAS?
¡¡MALDITO SEAS RIARIO!!
Grito más furioso consigo mismo que con el
conde.
Continua en el capitulo 3
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/
Wooooooooooooooooooooooooooooooooooooooow!
ResponderEliminarQue hermoso! Girolamo y su manipulación (Y el amor que comienza a crecer) y Leo con toda su entrega, por Dios XDDDD
Ya quiero saber que pasará entre ellos pronto! XD
Hubiese sido tan hermoso que esto pasara en la serie, de partida por verlos a ellos (Tom y Blake) juntos xDD
Grande Sonya <3 :3
Yo creo que es el sueño de casi todos los fans de la serie. Asi es como me hubiera gustdo a mi que siguiera. Es sabido que el Leonardo real preferia a los hombres que a las mujeres y en uno de sus diarios, justo en el mismo dia que asesinaron al conde hay una nota a pie de pagina que pone: Los medicci me crearon, los medici me han destruido".
EliminarCurioso para alguien como el.
Mil gracias por tu comentario.