sábado, 12 de noviembre de 2016

UN ARBOL JUNTO AL TIBER, CAPITULO 4 (fan fic Leario)

VIENE DE: CAPITULO 3

ATENCION: ESTE POST CONTIENE ESCENAS SEXUALES Y LENGUAJE ADULTO +18. CLASIFICACION POR DESCARGO: R

CAPITULO CUATRO

Riario contuvo el aliento, sintiendo como el acero acariciaba su garganta y como los labios de Leonardo acariciaban el lóbulo de su oreja y lejos asustarse, el conde suspiro, soltando una breve risa.

-Artista… Que visita tan grata… De saber que venias, habría dispuesto una acogida mas satisfactoria para ti.

Da Vinci frunció el ceño confuso al ver la reacción del conde y trago saliva cuando Girolamo echo la cabeza hacia atrás y giro la cabeza un poco, como si buscara sus labios.

Sin poder evitarlo, los ojos de Leonardo  miraron el cuerpo que yacía en la bañera, y trago saliva al ver como el agua lamia el amplio pecho desnudo.

Da Vinci deslizo la punta del cuchillo por la línea que bajaba por el pecho del conde hacia los marcados abdominales y contuvo el aliento al ver como el endurecido miembro de Girolamo pegaba una sacudida.

-La visita me es grata, pero no veo por ninguna parte algo que me pertenece, Girolamo y he venido para llevarme lo que es mío.

Riario no pudo evitar reír y se arqueo hacia adelante, dispuesto a comprobar hasta donde podía llegar Leonardo.


-Eso que buscas esta a buen recaudo, Artista. No voy a concederte  el placer de que me quites otra vez lo que es mío por derecho. No después de lo mucho que he sacrificado para conseguirlo de vuelta. Puedes matarme si te place, pero no te entregare por voluntad propia lo que tanto me ha costado conseguir.

Susurro Riario y sus labios acariciaron los de Leonardo, quien afianzo la daga en su mano con más fuerza, posando la punta sobre el corazón de su némesis.

-No voy a caer en tu trampa, serpiente. Puedes intentar seducirme, pero esta vez no te servirán  de nada tus tretas, Girolamo.  Me vas a entregar las llaves y luego puedes seguir con lo que estabas haciendo….

-Como tú quieras, Artista, pero las llaves y el mapa de judío no están aquí. Ya caí una vez en tu trampa y no soy tan necio para hacerlo de nuevo. Puedes tortúrame o matarme, pero no te lo voy a entregar, Da Vinci.

Leonardo apretó los dientes con rabia y subió la hoja de la daga hasta la garganta de Riario  presionando la punta contra la carne hasta que una gota escarlata floreció en la pálida piel y hundió sus dedos entre el pelo del conde, tirando hacia atrás hasta que los tendones de su cuelo crujieron.

-Sal del agua, Girolamo. No quiero matarte, pero si no me entregas las llaves lo hare y esa sirvienta tuya tan hermosa, lo único obtendrá de ti es tu cadáver envuelto en una mortaja de agua y sangre.

El conde soltó una carcajada y levanto las palmas de las manos, en un gesto de rendición.

-Está bien, Artista… Veo que tus amenazas no son en vano… Tú ganas.

Leonardo aparto la daga de la garganta del conde para que este pudiera salir del agua y sus ojos se clavaron en los de Riario cuando este salió del agua.

El artista contuvo el aliento al contemplar el cuerpo perfecto de su némesis. Cada musculo parecía haber sido cincelado en duro mármol por unas manos hábiles como las que antaño habían modelado  las esculturas de los antiguos emperadores y cuando sus ojos bajaron hacia abajo se percató de como unas finas cicatrices blancas cruzaban la pelvis de Girolamo.

Al principio Leonardo no podía entender qué tipo de accidente podría haber provocado esas finas líneas trenzadas  que abrazaban las caderas y el bajo vientre del conde y cuando al fin lo comprendió, sintió como la sangre se helaba en sus venas.

Riario siguió con su mirada los ojos de Leonardo y se encogió de hombros al ver como la expresión del artista se congelaba en una mueca de horror al ver las antiguas cicatrices que el cilicio que lo obligaban a llevar en el convento, había dejado en su piel.

-Como bien has recalcado antes, el placer es pecado, Leonardo. Me lo marcaron en la piel mucho antes de comprender siquiera lo que significaba. ¿Te haces una idea del daño que puede provocar un cilicio de esparto en la piel de un niño?

Leonardo negó, sin poder apartar la vista de esas pálidas cicatrices y aunque seguía queriendo recuperar las llaves y el mapa, la daga empezaba a temblar en su mano. Tenía ante sí a un hombre al que habían modelado a base de dolor y sufrimiento y él no quería infringirle mas dolor del que ya había tenido que soportar.

-Girolamo…Dame las llaves  y me iré. Yo…Yo no quiero hacerte daño…

Riario sonrió, mostrando una mueca cruel y empezó a andar hacia Da Vinci, sin mostrar ningún temor por la daga.

-Has entrado dios sabe cómo en mi casa…. Te has entrometido en mi intimidad, me has amenazado y... ¿ahora no quieres hacerme daño?
-No físico al menos, Girolamo…


Susurro Da Vinci sin poder apartar la mirada de esas cicatrices pálidas.


El conde dejo escapar una risa ronca y con un movimiento rápido desarmo al artista y lo golpeo en el rostro con el dorso del antebrazo. Leonardo trastabilló hacia atrás, pero antes de caer, el conde cogió su brazo y con un movimiento experto se lo retorció hacia atrás, a la vez que lo empujaba contra la pared.

Leonardo sintió como el aire escapaba de sus pulmones al chocar contra la fría piedra y un pensamiento acudió a su mente. Riario era un guerrero entrenado en la batalla y era peligroso.

Había sido muy mala idea enfrentarse al conde a solas.

El artista sintió una punzada de dolor cuando Girolamo tiro de su brazo hacia arriba y el pánico se apodero de el al comprender que ese hombre podía hacerlo pedazos con sus manos.
Empezó a revolverse para librarse de su presa y Riario aplasto su pecho contra la espalda del maestro, jadeando en su oído debido al esfuerzo que tenía que hacer para contenerlo.

-Podríamos haber sido grandes aliados, Da Vinci… Tú y yo…Juntos buscando la Bóveda. Tu intelecto y mi estrategia juntos al servicio de Roma.

Susurro Riario con su voz ronca, provocando que todo el vello del cuerpo de Leonardo se pusiera de punta, en parte por el terror, pero en su mayoría debido a la excitación que esas palabras contenidas en un susurro provocaban en su cuerpo. Da Vinci negaría mil veces lo que sentía por el conde, pero su cuerpo parecía dispuesto a llevarle la contraria.
Podía sentir algo presionando contra sus riñones y las palabras salieron de su boca antes de que siquiera supiera que las estaba pensando.

-¿Me amenazas con un cuchillo, Conde? No te tengo miedo. Puedes matarme, pero ten por seguro que mis amigos vendrán y tú, mi gran señor, serás condenado por tus actos y ni tu tío Sixto podrá salvarte.

Riario rio de nuevo, con esa risa crispada y ronca y soltando el brazo de Leonardo, apoyo ambas mano contra la pared. Una a cada lado de la cabeza del artista y se arqueo hacia adelante, sintiendo como su némesis se estremecía contra su cuerpo. Acariciando la nuca de Leonardo con su nariz,  deposito allí un beso y se acercó a su oído para susurrarle.

-¿De qué cuchillo me hablas, Da Vinci?

Leonardo podía sentir el aliento del conde muy cerca de sus labios y jadeo cuando se dio cuenta de que lo que pulsaba contra su baja espalda no era una daga, si no el miembro caliente y palpitante de su enemigo pero estaba enfadado y aunque se sentía excitado por la cercanía del cuerpo de Girolamo contra el suyo, las palabras salieron como dagas envenenadas de sus labios.

-No iría contigo ni a la vuelta de la esquina, Conde.  Eres una persona horrible... Disfrutas infringiendo dolor porque es lo único que tu cuerpo conoce. No sé ni cómo se me ocurrió acercarme a ti…Me asquea el simple pensamiento de haberte tenido en mi cuerpo y me asquea que me toques. Eres diabólico, Girolamo.  No quiero nada de ti. Puedes quedarte las llaves y el mapa del judío… Eres un bastardo. Si quieres encontrar la Bóveda, búscala tu solo.

Riario podía sentir cada estremecimiento del artista contra su cuerpo, pero sus palabras lo hirieron del mismo modo que lo habrían hecho  mil cuchillos clavándose en su piel. Cada una de las palabras de Da Vinci habían herido un recóndito sitio dentro de su alma, haciéndola pedazos.
Una vez más, Girolamo era rechazado. El no merecía el amor de nadie  y el artista se lo había dejado claro. Había sido un necio al pensar que tal vez lo que ambos habían compartido había sido algo más que sexo, que realmente alguien podía llegar a quererle  y el doloroso nudo que había estado atenazando su garanta volvió, y comprendió que eran lágrimas que estaba intentando contener.
Se separó del cuerpo del artista y dándose  la vuelta y empezó a andar hacia la cómoda donde había dejado sus pertenencias y abrió uno de los cajones, sacando la cadena con las llaves y el mapa del judío y sin mirar atrás, los lanzo al suelo parpadeando con rapidez para alejar la picazón que aguijoneaba sus ojos.

-¿Esto es lo que has venido a buscar? Pues ahí lo tienes, Da Vinci…Cógelo y vete…

Murmuro Riario sin atreverse a darse la vuelta. Sintió como el nudo se hacía más tenaz en torno a su pecho y apoyo las manos contra la cómoda, buscando un punto donde poder sostenerse.
Su cuerpo empezó a temblar, sacudiéndose en violentas oleadas y dejo caer su cabeza, apretando los dientes sintiendo que el dolor provocado por Da Vinci podía partirlo en dos de un momento a otro.

Leonardo se dio la vuelta, con la respiración agitada, dispuesto a presentar batalla y frunció el ceño al ver como Riario lanzaba al suelo los objetos que le había robado.

-¿Tan fácilmente te rindes a mí, gran señor de Imola? No te creía tan débil, Girolamo, pero una vez más, caes ante el gran genio de Florencia… ¿No te cansas de ser siempre el que pierde?

Dijo el artista con una risa alegre.

Riario apretó los dientes, aferrándose con fuerza a los bordes del amplio mueble y sin volverse a mirar a Leonardo, hablo con voz baja y ronca.

-Ahí tienes lo que querías… Lárgate de mi casa y no vuelvas, Da Vinci. Ya no hay nada aquí que sea de tu interés, así nunca más tendrás que asquearte de tus pensamientos y acciones hacia mí. Una vez más, no soy digno… 


CONTINUA EN EL CAPITULO 5




1 comentario:

  1. Buenisimo capítulo, aunque Riario al final queda frustrado por el rechazo, dan ganas de poder decirle a Leo que no sea tan cruel, pero igual Riairo le ha hecho daño al robarle las cosas... ¡Que enrollo!
    Por favor continúa :D :3

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